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Entrenando emprendedores: hay que quererse (receta 2)
La mayor parte de las veces los emprendedores no son conscientes de las capacidades y de las competencias que tienen. Me sorprende muchas veces cuando estoy ayudando a emprendedores excepcionales a poner en marcha su proyecto empresarial que yo tenga más confianza en ellos, que los propios emprendedores. Nos parece mal hablar de nuestros puntos fuertes y de lo que nos distingue, está claro que hemos sido educados para ser muy duros con nosotros mismos y muy tolerantes con los demás.
Estos últimos meses he tenido el placer de trabajar con Lola, una emprendedora que va a cumplir 60 años y que acaba de poner en marcha una empresa de sombrillas “Solbrillas”. Lola consciente de los estragos que causa el sol en nuestra piel, pensó que había una necesidad no cubierta, desarrollar unas sombrillas con una protección casi total. Y que además, esas sombrillas fueran piezas únicas, ilustradas por artistas o elaboradas con telas antiguas: ahí nació el proyecto emprendedor.
Está claro que hay personas que vienen motivadas de serie y Lola es una de ellas, pero eso no quiere decir, que no seamos conscientes de lo difícil que es emprender en un colectivo que pasa de los 50 y que fue educado para colocarse y trabajar.
El cambio de mentalidad, el aprender nuevas habilidades, el moverse en la incertidumbre… cuesta mucho a los emprendedores, pero son elementos básicos de los que iremos hablando en otras “Recetas” de #canalemprendedor en Aragón Radio.
¿Qué es importante para los emprendedores de cualquier edad? La confianza en un mismo y la confianza en el proyecto que se lleva entre manos.
Cuando se superan los 50, hay que ser consciente de que los años traen experiencia y sabiduría y, esos elementos extra, son los que nos pueden ayudar a despegar. Además a determinada edad, los prejuicios van cayendo y uno está mucho más seguro de si mismo, tanto a la hora de vender su proyecto como de venderse a sí mismo.
Así lo ha hecho Lola, que en el primer año, ha conseguido desarrollar un pop-up store en la prestigiosa tienda de Elena Benarroch en Madrid y desfilar en Cibeles de la mano del diseñador Ion Fiz. Ahora tiene claro que la internacionalización es una parte fundamental de su proyecto emprendedor.
Consciente de que ofrece un producto que puede ayudar a muchas personas pero que sus precios son elevados al tratarse de piezas únicas, ha decido crear una línea low-cost y el mayor problema para desarrollar esta nueva línea reside en que no encuentra artesanos y empresas que fabriquen en España las piezas de las sombrillas. Se han perdido los oficios en España (aquí habría una ventana de oportunidad para emprendedores, pero hablaremos de ello en otra ocasión).
RECETA 2 Vamos a dejarnos querer, somos demasiado duros con nosotros mismos
Decíamos en la Receta 1 que hay que actuar, pues está claro lo primero que tenemos que hacer: querernos y dejarnos querer, somos demasiado duros con nosotros mismos. Y tú ¿te quieres suficiente?
Podéis escuchar la historia de Lola de Solbrillas y mis consejos en #Canalemprendedor
F de Fifi
Yo me quiero mucho! 😉 o lo intento por lo menos. Que pasada estas sombrillas. Pues no sé si ha empezado a exportar, pero en Australia sería un exitazo, este verano en Francia ví un reportaje en la TV, y decían que los Australianos tienen una piel muy sensible a la luz, y que alli tienen muchos agujeros en la capa de ozona y que el sol pega más… Hay campañas nacionales para proteger la piel… Otra cosa es conseguir exportar a un buen precio allí sobre todo por tema de transporte… 🙂
Un abrazo,
Anne